El Baby Shower es uno de los momentos más especiales antes de la llegada de un bebé. Familiares y amigos se reúnen para celebrar, compartir y llenar de amor a los futuros padres. Y si hay algo que nunca pasa desapercibido en este tipo de eventos, es el catering: esa mezcla perfecta entre sabor, presentación y emoción.
Un catering que celebra la ternura
El catering para un Baby Shower no se trata solo de comida, sino de crear una experiencia dulce y acogedora. Cada bocado puede reflejar la alegría de la ocasión: desde los tonos suaves en la decoración hasta los sabores delicados en los postres y bebidas.
Algunas ideas para un menú encantador:
- Mini bocaditos salados: empanaditas gourmet, mini quiches o sándwiches delicados.
- Mesa de postres: cupcakes, cake pops y galletas decoradas con temática infantil.
- Bebidas refrescantes: limonadas naturales, jugos de frutas tropicales y mocktails sin alcohol.
Decoración comestible con estilo
Los colores pastel, los detalles florales y los elementos personalizados (como el nombre del bebé o figuras en fondant) son tendencia. Un catering bien presentado combina perfectamente con la decoración del evento, convirtiendo cada mesa en una obra de arte.
💡 Tip: utiliza soportes de distintos niveles, vajilla blanca o transparente y arreglos florales pequeños para dar equilibrio visual.
Catering temático: creatividad y sabor
Si el Baby Shower tiene una temática —por ejemplo, “bosque encantado”, “safari”, “mariposas” o “ositos”— el catering puede adaptarse totalmente:
- Postres decorados con figuras del tema.
- Bebidas del color principal del evento.
- Centros de mesa comestibles, como torres de frutas o cupcakes decorados.

El valor de los detalles personalizados
Los pequeños gestos hacen la diferencia: etiquetas con el nombre del bebé, servilletas bordadas o menús diseñados especialmente para la ocasión. Estos toques no solo impresionan a los invitados, sino que también crean recuerdos únicos.
Un buen servicio de catering transforma un Baby Shower en una celebración llena de sabor y encanto. Cuidar cada detalle —desde el menú hasta la presentación— refleja el amor y la emoción por la llegada de una nueva vida. Porque al final, cada sonrisa y cada bocado cuentan una historia.